Parece que fue ayer cuando, por casualidad, encontré un anuncio de un caballito cuya mirada me llamó la atención por encima de las demás. Que fue ayer cuando decidí ir a verlo y a probarlo. Que fue ayer cuando lo cargaba en un van rumbo a su nuevo hogar…
Pero no, no fue ayer. Ayer se cumplieron cinco años de todo esto. Y aquí sigo, cinco años después, con la misma ilusión del primer día, con las mismas ganas de poder sacar un ratito para ir a verlo, para montarlo, para verlo correr, para cepillarlo o para mimarlo.
Son tantas las experiencias en este tiempo… Cinco años de alegrías, de lágrimas, de frustraciones, de recompensas, de avances y de retrocesos. Cinco años de trabajo. Mucho, muchísimo trabajo.
A lo largo de este tiempo nos hemos esforzado en mejorar, en comprendernos. Y con nuestros más y nuestros menos, poco a poco lo vamos consiguiendo.
Ahora, cinco años después, lo único que espero es que podamos continuar igual durante otros muchos años más. Que sigamos aprendiendo, evolucionando, y disfrutando de cada momento que pasamos juntos. Que sigamos teniendo nuestras pequeñas peleas y discrepancias en la pista, que podamos seguir echando nuestras carreras. Y que sigamos siendo, durante muchos años, compañeros de las mejores y más felices galopadas.